Doña Luz y el fraude

La Jornada, 19 de junio de 2018

Doña Luz apoya a Andrés Manuel López Obrador. Cree que va a ganar las elecciones. El pasado 3 de junio fue a escucharlo a Tláhuac, la delegación en que vive desde siempre. Se sorprendió del gentío que estaba allí. Nunca había visto tantas personas juntas en su barrio. No se pudo acercar al candidato. Tuvo que permanecer en la orilla del mitin. Aun así se asfixió con la multitud.

Doña Luz, una mujer muy trabajadora y religiosa, cuenta entre risas que un anciano al que Andrés Manuel le dio la mano ese día camino al estrado, dijo que no se la iba a lavar porque el futuro presidente lo había saludado. También platica que no entiende por qué el abanderado de Morena defendió a Rigoberto Salgado, antiguo delegado y hoy candidato a diputado local, al que la gente abucheó en el acto de campaña. No lo queremos, dice.

Sin embargo, a pesar de su abierta simpatía por AMLO, doña Luz no va a poder cruzar la boleta por él. Su cuñada, con mucha ascendencia en la familia y una pequeña pieza de la maquinaria electoral del partido del sol azteca, le pidió su credencial de elector y un comprobante de domicilio, a cambio de un tinaco. Y ella se los dio con la promesa de que se los va a devolver. Ella necesita el tinaco porque de por sí escasea el agua donde vive.

A otras gentes en Tláhuac, los operadores del frente les han ofrecido a cambio de su credencial hornos de microondas. Y el PRI les da 3 mil pesos, contantes y sonantes. López Obrador –dice doña Luz– no ofrece nada, pero le creo.

Si un encuestador le preguntara a doña Luz por quién sufragará, ella le contestaría que por Andrés Manuel López Obrador. De por sí lo proclama a los cuatro vientos. Sin embargo, el próximo primero de julio eso no sucederá. Su voto está ya comprometido por una opción política diferente.

El tinaco que le ofrecieron a la habitante de Tláhuac, o el horno de microondas que le van a dar a su vecina, o los 3 mil pesos que obsequia el PRI no son la única forma de comprar el voto, ni esa delegación es la única donde sucede. El pasado 7 de junio, en un hecho que parece sacado de una película cómica, un grupo de reclutadores tricolores del voto, a los que se les había dado 2 mil pesos por credencial de elector y 10 mil pesos por cabeza para ellos en las oficinas del partidazo en Buenavista, fueron asaltados cuando regresaban a su casa en el municipio de Nezahualcóyotl a bordo de un autobús.

Como se sabe, la operación mapache para alterar la voluntad popular no se limita tampoco a comprar credenciales de elector o votos. Incluye también el soborno o amenaza a los representantes de casilla el día de las elecciones para que no se presenten a cuidarlas o que acepten actas alteradas...